Un lapicero en una mano virtuosa puede ganar más batallas que mil espadas.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Una decisión, un camino, un mismo destino.

¡ATENCIÓN!

Recuerdo el primer día, seguro que tú también. No sabía que aquello sería el sinónimo de mi infancia, el eje de giro de la vida de un feliz niño.

Nadie me dijo que mi decisión iba a transcender para toda mi vida. Que iba a tener que defender a capa y espada una elección arbitraria. Que la fidelidad por aquella criatura no tendría límites.

Nadie mejor para darte la bienvenida que un hombre con gafas y bata blanca. Cualquier adulto en ese momento se echaría para atrás, recularía con cuidado y evitaría cualquier contacto con aquel hombre. Pero el niño es humilde, sincero, indefenso, inconsciente de cualquier consecuencia. Yo, que también fui (y aún me considero) un niño, fui hacia adelante.

Ese hombre me ofrecía empezar de nuevo. Me ofrecía la posibilidad de cumplir mis sueños, de llegar a ser el mejor. Sí, creo que vamos sintonizando: "El mejor que habrá jamás".

Quería ganarse mi confianza, quería conocer mi nombre, quería que fuera su pupilo. ¿Qué daño podía causarme?¿Que es lo que quería ese hombre de mí? Y... ¿y yo de él?. Había que averiguarlo.

No había tiempo que perder, la decisión era inmediata. ¿Una prueba?¿Una pregunta?¿Una moneda al aire?¿Quizás un juego? No. Un color. El color que, sin ser consciente aún, teñiría mi personalidad, mis ideas, mis gustos, mi vida.

Ahora el miedo sí se apoderaba de mí, tenía que volver, pero era demasiado tarde. Una elección de tal magnitud y transcendencia se hacía evidente hasta para un crío como yo.

Todo dependía de mí. ¿Podría cargar con esa responsabilidad?¿Estaría preparado para ser un Maestro, para ser un Entrenador? Era la hora, era el momento, yo era el elegido y tenía que demostrarlo.

Era el mismo momento en el cual millones de elegidos tomaron la primera decisión de su vida, la elección más importante de sus infancias.

El hombre me ofreció alternativas, pocas, pero según él, las mejores. Todas igual de buenas, pero todas distintas. Curioso. ¿Qué inclinaría la balanza entonces? Quizás nada, quizás el azar, quizás la curiosidad, quizás la diferencia, quizás la comodidad. En mi caso fue la diferencia.

Los conocidos de mi quinta prefirieron acogerse a lo seguro, a lo fácil, a lo que nunca falla. Sin luz no hay vida. Eso razona el cerebro. La vitalidad, la alegría, la energía, todo se asocia al mismo color: el rojo.

Pero yo nunca fui igual que el resto. Yo quería ser diferente. Buscar la alternativa, demostrar que la decisión no era única. El hombre me aseguró que eran los mejores y que no había diferencia. Si hasta ahora todo iba sobre ruedas, debía concederle un voto más de confianza. Pensé. Serenidad, calma, claridad, transparencia, pureza. Estaba claro. Tenía que elegirlo, no había duda, ese era mi color.

El miedo volvió a aparecer. Esta vez más intenso. El miedo me tomó la ventaja. El hombre de la bata blanca no me puso las cosas fáciles. Pulsé. "¿Estás seguro?" ¡Claro que no estoy seguro! Pero, ¿iban a concederme más seguridad el resto de colores? ¡No! Era ese mi color. ¿Estás seguro? . ¿Estás seguro? ¡! Ahora o nunca. Pulsé de nuevo.

¡Ya había terminado todo! Mi color tomó forma. ¡Con que aquello escondía la bolita! Me gusta. ¡Sí! ¡Me gusta! ¡Mamá, mira, es mío, lo he elegido yo! ¡Papá mira! ¿Te gusta? ¡Lo he elegido yo! Es mío. Soy yo.

El miedo se esfumó. Dio paso a un estado de euforia, de un bienestar infinito, de una confianza en mí mismo incalculable, de unas magníficas sensaciones que aún hoy en día mantengo como aquel señalado día de la primavera del 97.

Puedo decir que me siento orgulloso de mi elección. Ha sido la mejor elección de mi vida, escogí la mejor opción, estoy seguro.

Si volviera a empezar, volvería a tomar el mismo camino. Los mismos compañeros de viajes.Las mismas preferencias. Cantaría de nuevo la canción. Volvería a ilusionarme, a llorar de emoción, a disfrutar de cada nueva victoria.

Volvería a convertirme en un gran Entrenador, en un verdadero Maestro.


Se despide de todo vosotros Ash Ketchup de Pueblo Paleta. Maestro Pokémon. Fiel compañero de su inseparable azul amigo Squirtle.









Para todos ustedes, desde mi más tierna infancia,

*Micky_Sanz*

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